Un ejemplo de superación para dedicarse a una profesión tradicionalmente del otro sexo

Hace unos años, en el grupo de Scouts donde soy voluntaria, organizamos un taller de primeros auxilios. Cabe destacar que en este grupo hablamos en inglés, por lo que yo había anunciado previamente en un email al grupo: "This Saturday, we're going to have a Spanish ER nurse visit us, and show us how to react to different situations requiring basic first aid skills". Menuda cara de sorpresa pusieron las jóvenes al entrar esa mañana al aula, y ver allí a un apuesto caballero de barba impecable [eso sí, fue sólo por un momento, y seguida por unas sonrisas intrigadas]. Se trataba de un compañero mío de un grupo deportivo local, que era enfermero de urgencias y lo había sido desde los años 80. Impartió su taller, entretenido y divulgativo, y entonces era el turno de las chicas de hacerle preguntas.

No tardó en salir la pregunta sobre cómo había sido su experiencia como enfermero varón, en una profesión tradicionalmente femenina y, como era de esperar, nos contó alguna experiencia propia de discriminación en su puesto de trabajo. Resultó que cuando le tocaron las prácticas, por casualidad le asignaron a la unidad de obstetricia de un hospital. Y de lo primero que le dijeron era que, por ser hombre, no podía tocar a sus pacientes. Es decir, que no le dejaban desempeñar las labores de su profesión. Tuvo que poner una queja oficial y reclamar sus derechos y responsabilidades como enfermero para que se le permitiera realizar su trabajo.

Notablemente, el número de enfermeros ha aumentado desde los años 80, pero la proporción de enfermeras ha crecido aún más, por lo que los enfermeros varones pueden enfrentarse a incluso más discriminación por ser una minoría. Enfermería es una profesión feminizada y cada vez más: el 84,2% de los profesionales son mujeres, un porcentaje que lleva aumentando desde 1978 | Maldito Feminismo (maldita.es)

El hecho de que sigan existiendo Colegios de Enfermeras (por lo general en otros países hispanohablantes) ya supone un micromachismo, cuando pensaría que lo más correcto sería llamarlos Colegios de Enfermería, para incluir a tod@s l@s practicantes.

Y es que sin duda, sigue habiendo estereotipos, prejuicios y discriminación hacia los enfermeros varones. Basta con ver los vídeos de TikTok - publicados este último año - donde hombres musculosos se muestran en plan de pose viril, para luego mostrarse con la casaca sanitaria puesta, diciendo "sí, soy enfermero". Francamente, no me parece mala idea utilizar las redes sociales para mostrar al público que las profesiones no tienen (o no deben tener) sexo. Pero de cara a pautas, consejos y maneras prácticas para apoyar una educación que favorezca la igualdad, lo primero que se me ocurre es algo así como lo que hacen en el vídeo sobre las ideas preconcebidas estereotipadas de las profesiones: Inspiring The Future - Redraw The Balance - YouTube. Empezando por niños incluso de edad infantil, se puede hacer visitas con personas que trabajan en profesiones tradicionalmente del otro sexo, con toda la naturalidad posible, y de forma habitual, para que los niños tengan referentes igualitarios desde muy pequeños.







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