Plan para Educar en Igualdad

Como tarea final para el cursillo INTEF: EducaIguales Educar en Igualdad (5ª edición), nos corresponde elaborar un Plan para Educar en Igualdad. En la actualidad no trabajo de docente, por lo que no tengo alumnos, pero eso no me impide desarrollar un plan para algún elemento problemático que existe en la actualidad en no pocos colegios.

Se me ha ocurrido la idea de trabajar con un tema que me inquieta desde hace tiempo en los centros educativos, desde una perspectiva más bien administrativa. Se trata de los códigos de vestimenta en los colegios, sobre todo en aquellos donde el alumnado no lleva uniforme. He oído demasiadas historias para no dormir sobre la naturaleza machista de estas políticas y sobre la aplicación sexista de las normas correspondientes. Y es que, en el fondo, el mensaje que se transmiten los códigos de vestimenta es que los cuerpos de las jóvenes son peligrosos, poderosos y sexualizados, y que los chicos están programados biológicamente para objetivarlas y acosarlas. [Everyday Sexism Project: Dress Codes and Rape Culture | Time].

Se basa en la justificación nefasta de "boys will be boys" (los chicos son así) ante el mal comportamiento que puedan exhibir los chicos varones, culpando a las chicas por cualquier agresión que estas puedan sufrir a manos de ellos. Conozco casos de jóvenes a las que han mandado a casa por llevar camisetas de tirantes, con la excusa de que así vestidas (con los hombros al aire) suponían una distracción para los chicos, lo cual implica que, desde el colegio no piden ni esperan que ellos practiquen ni un mínimo de autocontrol. Los colegios así indirectamente fomentan la llamada "rape culture" y la "victim blaming".

Por otra parte, también pueden haber normas impidiendo que los chicos varones lleven el pelo largo, esmalte de uñas o maquillaje, o que vistan según su personalidad. Y eso sin hablar de las reacciones negativas extremas de algunos colegios el otoño pasado, cuando chicos de alrededor de España se presentaron en sus respectivos colegios llevando faldas, en solidaridad con otro joven al que habían mandado directamente al despacho de la psicóloga de su colegio, porque se había atrevido a llevar falda un día [Alumnos españoles acuden con falda al instituto en protesta al castigo a un chico por llevar esa prenda en clase (20minutos.es)]. Los códigos de vestimenta perjudican también a ellos, aunque claramente de otra manera.

Así que el plan consiste en trabajar con los distintos centros educativos (probablemente empezando por uno en concreto, y a partir de 1º de la ESO), para la elaboración de nuevos códigos de vestimenta libres de de sesgos machistas, y apoyados por materiales didácticos a impartir en clase para explicar el porqué de los cambios. La juventud necesita ver todo lo arraigado que tenemos el sexismo, incluso en entornos en donde teóricamente se trabaja la igualdad de género. Debemos enseñarles a ver estas cosas con ojo crítico, y a no callarse ante situaciones de clara discriminación por sexo o género.

Habría que cuidar mucho el lenguaje utilizado, tanto en la redacción de los códigos, como en toda comunicación al respecto con el alumnado y sus familias. También habría que rechazar activamente los estereotipos y prejuicios tan habitualmente relacionados con la vestimenta y la apariencia, y proponer prácticas abiertas e igualitarias en su lugar. Creo que, si con algo aparentemente tan vulgar como la ropa podemos eliminar algunas actitudes machistas, indirectamente podremos conseguir que las y los alumnos se rijan menos por las prácticas discriminatorias, y a largo plazo, veremos un poco menos de violencia de género (y con suerte, un poco más de activismo para prevenir y eliminarla).

De cara a la evaluación, una vez introducido el nuevo código de vestimenta, se podría realizar estudios estadísticos regulares, quizás 1 o 2 veces por curso, para comprobar, no cuántas veces las y los alumnos hayan incumplido las normas de vestimenta, sino cuántas veces hayan cometido faltas de comportamiento de naturaleza sexista o machista, como los insultos, el bullying o el acoso. Si con un colegio pudiéramos mejorar algo esa situación, se podría aplicar el plan a más centros y quizás llevarlo al nivel de Concejalía de Educación municipal y más allá. No me importaría empezar pequeño, para luego ampliarlo, si vemos que tiene el efecto deseado, que no es ni más ni menos que la interiorización de la igualdad de género entre las próximas generaciones... que se dice pronto.





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